El emplazamiento se ubica en el Clásico Tardío y cuenta con evidencias de poblaciones desde el Clásico Temprano, dando un margen de fechas desde el 300 al 1000 d.C. Este sitio arqueológico destaca por sus palacios, su arco maya y el camino ceremonial que lo une el gran palacio de 120 metros de fachada con dos alturas.

Sus edificios cuentan con columnas que ornamentan las entradas, habitaciones de continuidad subterráneas. Las estructuras tienen los muros lisos, sin ornamentación desde el piso y hasta la altura de los accesos o puertas; pasando este límite que corresponde a la fachada superior, es común encontrar labrados de grecas, mascarones del dios de la lluvia Chaac, guirnaldas, columnas, tronos, tocados de pluma, animales de la región. Entre ellos una serpiente con la boca abierta de donde sale la cabeza de un chaman.

Con la llegada de los españoles, los chamanes se replegaron en la clandestinidad. Siguieron siendo los hombres sabios del pueblo, practicando su oficio de curanderos y adivinos, continúan haciéndolo hasta el día de hoy. Poseedores de un saber portentoso de la vida, los dioses y el cosmos, los hechiceros mayas jugaron un papel determinante en la curación de enfermedades y el alivio de sendos maleficios. En la zona maya Yucateca hay un antiguo dios maya de la medicina “Sacal Puc”, y sus chamanes curaban con plantas las enfermedades.

La cosmovisión maya hacia la naturaleza siempre ha sido como un ser vivo, que en su interior contiene múltiples cosas con vida y alma. Tan sólo en la zona arqueológica se han registrado 321 especies de plantas y flores, y más de 200 tienen al menos un uso local; asimismo 35 especies de aves y 8 de murciélagos.